el documento rAta 0 - gazpachoman
Cutreland París Chronicles (I)
Tarde de domingo. Estaba tirado en el sofá dilucidando si,
tras rascarme las pelotas, iba a hacerme o no una paja,
cuando sonó el teléfono. Era Florian de Mournay. ¿Qué
haces?, me preguntó. Nada, dije. Genial, mueve el culo
hacia aquí... y tráete ropa de verano. Colgó. Tengo en
Florian una fe ciega, así que obedecí sin vacilar: cogí mi
mochila, metí dentro una camiseta hawaiana y unas
bermudas y salí presto en dirección a la casa de mi amigo...
Llegué sobre las 16:30. Florian me condujo directamente a
la cocina. Una vez allí explicó que había hecho de su
frigorífico una máquina del tiempo. Así que nos vamos a dar
un rule por el futuro, ¿qué te parece?. De puta madre,
respondí. Bien, he pensado que como empieza a pegar una
rasca que te cagas, podríamos plantarnos en el próximo
verano directamente: con dos cojones.. De puta madre,
repetí. Como gustaba de los efectismos, Florian puso en la
minicadena la música de Regreso al Futuro. Nos
acomodamos como buenamente pudimos dentro del frigo.
Florian de Mournay, que había incorporado a la máquina el
temporizador del vídeo, metió los datos temporales
pertinentes. Oye, se me ocurrió, ¿y esto tiene condensador
de fluzo? Sí, y jamón con chorreras, no te jode, respondió.
Pulsó PLAY en el mando a distancia del vídeo. Se produjo
un fogonazo de la hostia, y los dos salimos medio ciegos
del frigorífico, el cual, dicho sea de paso, se había
chamuscado. Coño, menos mal que no hemos ido a la
Edad Media, pensé. ¿Había funcionado el invento?
Tendríamos que averiguarlo. Bajamos a la calle y entramos
en el 24 horas que quedaba a la vuelta de la esquina.
Consultamos la fecha inequívoca de un periódico.
Consultamos nuestros relojes. Tronco, preguntamos al
dependiente, ¿qué hora tienes? Las nueve menos cuarto.
Habíamos viajado algo más de cuatro horas en el tiempo.
Bueno, no era mucho, pero al menos nos habíamos librado
del coñazo de un domingo cualquiera.
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