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el documento rAta 3 - mariluna

Los Chicos de Barrio

 

 

Los chicos de barrio somos especiales y además especie en extinción.

 

Yo, por ejemplo: crecí en un barrio custodiado en su entrada por un poblado de chabolas, y mi casa estaba enfrente a un cuartel de Artillería.

Lo segundo tiene sus ventajas, en mi casa no se gastaba un duro en comprar despertadores. Teníamos uno que nunca fallaba "...quinto levanta tira de la manta..."

Más ventajas: En la adolescencia, yo me sentía la chica más guapa del mundo todos los días al salir y llegar a casa. ¡¡¡¡ GUAPA!!!  ¡¡¡ CUERPO!!!!  ¡¡¡ QUE TENGO EL FUSIL CARGAO !!!!!!!

Aunque también había días que me sentía con cara de estanquera: Oyes, oyes, ¿tienes un cigarro?.

 

Desventajas, también: Sintonizaras el canal que fuese en la radio, siempre se colaba la emisora del cuartel. Estabas escuchando a Joaquín Luqui, y el flipao de turno: charlie, alfa, bravo... hola... probando... ¿me oye alguien?... hostia qué flipe, me oigo por los 40 principales... Carmen, que soy el Chechu, que me han arrestao para el fin de semana, ¿me oyes?

Sí, hijo, sí, te está oyendo todo el barrio.

 

Salir todos los días a la calle era como un capítulo de "Al filo de lo imposible".

Esos autobuses de la EMT..... con los asientos arrancados a pellizcos, con los agarraderos de color cremita, que si tenías la ventaja de llegar a ellos salías con el hombro machacado... y para llegar al timbre (2 por bus) ibas como los monos por las lianas.

En mi barrio había un autobús que hacía una ruta por los barrios privilegiados de Madrid (Vicálvaro-Vallecas-Villaverde) que el conductor iba con una mampara como el papa-móvil, mientras a ti, por algún extraño motivo, se te ponía de nuevo cara de estanco... y de sucursal bancaria también.

 

Además, estábamos en los 80.

Meterte todos los días en los elásticos, y pintarte la raya del ojo con el lápiz quemado sin abrasarte el párpado.

Montarte con elegancia en la Push Condor de los colegas, sin rajarte los elásticos.

Pasarte la pantalla 20 del Tetris, sin hacer movimientos extraños de cadera, con diez mirándote y evitando que se te pegue la musiquita.

Sentarte en el césped del parque sin pincharte con alguna jeringa... y sentirte con cara de estanquera.

Memorizar las letras de Sabina, de los Chanclas, El Último, Radio Futura, Los Toreros Muertos...

 

Trucar las cabinas, trucar el bonobús, trucar el futbolín, trucar la moto, ayudar a tu padre a trucar el contador de la luz, trucar el carnet, robar cintas (ya piratas) en el Rastro, colarte en la piscina municipal...

 

Me alegro por las nuevas generaciones que usan el móvil que paga papá, dentro de un autobús con aire acondicionado tirado con gas natural, de camino a casa para darse un baño en la piscina de su comunidad, mientras se aprenden letras del estilo """Bulería Bulería... tan dentro del alma mía (bis 48 veces)""", y en casa juegan desde el sofá a la Play Station 2, mientras piratean música y pelis, con la tranquilidad de que no tendrán que irse a la Mili y que ningún yonki les pedirá tabaco a la puerta de los recreativos que cerraron hace 10 años.

 

Desde luego su vida es mucho mejor, es como si me compararas ir al cine de barrio a ver La Guerra de las Galaxias, con irte al Kinépolis a ver El Ataque de los Clones, mucho mejor lo segundo... mucho mejor, sí, sí... ¿O quizás no?

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